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El almanaque mundialero de Aldo: La FIFA no tiene idea

Revisa el anecdotario que prepara el comentarista de Al Aire Libre con motivo de la Copa del Mundo.

Foto: EFE El almanaque mundialero de Aldo: La FIFA no tiene idea
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Por Aldo Schiappacasse 

Granit Xhaka, autor del primer gol de Suiza ante Serbia, es de origen albano- kosovar. Su familia sufrió la Guerra de los Balcanes y, cuando el conflicto terminó, la dura represión del gobierno serbio. Debieron emigrar a Suiza, donde nacieron él y su hermano. Pronto despuntaron en el fútbol. Granit se convirtió en seleccionado suizo; Taulant, juega por Albania, que clasificó a la última Eurocopa, donde jugaron frente a frente.

Xherdan Shaqiri nació en Kosovo. Y también sintió la segregación. Es el jugador más pequeño de la Copa del Mundo, con apenas 1 metro 65 y ya va por su tercer mundial. Podría irse al West Ham de Pellegrini y las referencias a Kosovo son permanentes. Juega con una bandera suiza y otra kosovar en sus zapatos, y recibió un áspero mensaje de Aleksandar Mitrovic -el goleador de los serbios- antes de la Copa. "¿Y si quiere tanto a su país por qué no juega por ellos?".

La pregunta era estúpida y la respuesta simple. Kosovo fue aceptada como selección recién en el 2016 por la FIFA, y Shaqiri ya había jugado por Suiza. Después de tantos años de persecuciones en su propia tierra, el asunto se trasladaba al fútbol, donde, por cosas del destino, enfrentarían a la nació ocupante.

Xhaka y Shaqiri anotaron los dos goles que dieron vuelta el partido, que había comenzado con el gol de Mitrovic.  Celebraron dibujando con sus manos el águila bicéfala, un símbolo histórico y político para toda Europa del este, pero que ahora no presentaba dudas: era un homenaje a Kosovo y al pueblo albanés, una reivindicación a la patria, a los orígenes y a la familia.

La FIFA sanciona este tipo de gestos. Son manifestaciones políticas inadmisibles en los estadios. Y en el estadio pocos estuvieron a favor. A los suizos no les importaba, a los serbios y rusos les disgustó. Sólo en un rincón del continente los puños se alzaron eufóricos celebrando junto a sus héroes que vestían una camiseta neutral, lejana pero acogedora.

Debería haber una sanción por reglamento. Pero sería una muestra más del frío desapego de la FIFA a la historia, a la guerra, a los sentimientos de los refugiados y, sobre todo, a la legítima aspiración de un festejo sutil, emocionante e inolvidable. Porque son estas cosas las que sólo permite el fútbol.

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