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La bitácora de viaje de Aldo Schiappacasse desde Suwon: La historia en Corea

Revisa la columna del comentarista de Al Aire Libre en su cobertura de la selección.

Foto: Aton Chile La bitácora de viaje de Aldo Schiappacasse desde Suwon: La historia en Corea

Por Aldo Schiappacasse, @AldoRomuloS

El príncipe Sado murió a los 27 años. Su padre lo mandó a matar después que se negara a suicidarse, como exigía la dinastía Joseon cuando el regente no estaba de acuerdo con su sucesor. Yeongjo, el cruel padre, ordenó enterrar a su hijo en un cofre con arroz, imposibilitado de moverse y respirar, hasta que pereció. Su consorte, Lady Hyegyeong, contó la historia en un relato de 1805, que fue publicado y forma parte de la historia de una nación marcada por las guerras, las invasiones, la división y el enfrentamiento entre pares.

El palacio de Hwazong -construido en honor a Sado- y su imponente fortaleza, está en el corazón de Suwon, la ciudad situada a menos de una hora de Seúl y que ahora cobija a la selección chilena, en espera del partido ante los coreanos. Aquí recuperaron la calma, los hábitos, el lujo y el trabajo los hombres de Rueda, ahora plenamente conectados con el mundo, después de los días a furia y truenos vividos en la agitada y convulsionada Sapporo, la escala inútil de esta gira.

Gabriel Arias es protagonista de este grupo, con la tenacidad suficiente para quedarse con el puesto que dejó vacante Claudio Bravo. Son un grupo de muchachos altos los que recorren con él los pasillos del hotel, sin intención de acercarse a conocer la historia de Sado, marcada por las rencillas y las revanchas.

Reinaldo Rueda, un señor de modos calmos qué transita con sabiduría los senderos que le pone el destino, me confiesa a la pasada en un aeropuerto que Colombia no tiene tradición sísmica, y que el terremoto del otro día le provocó problemas y temores. Si las cosas se dan sin dramas, Medel-Aránguiz-Vidal harán el mediocampo histórico, para dejar las novedades atrás y adelante.

Por lo pronto, si hay que sacar lecciones, digamos que el semillero de centrales altos que formó la Católica en San Carlos no tiene contrapeso. Durante años los cruzados vivieron una disputa interna por los criterios de selección de sus jugadores. Para muchos, el tamaño no importaba. Para otros, era clave en el proceso formativo. Adivine quienes ganaron.

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