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La columna de Manfred Schwager: Sigue siendo el Rey

Con tres anillos de campeón y presencia en las últimas siete finales, la legitimidad de LeBron James está más que probada en la NBA.

Foto: EFE La columna de Manfred Schwager: Sigue siendo el Rey

Por Manfred Schwager, @mschwagerv

Quince años de carrera, tres títulos en la NBA, dos oros olímpicos, un sinfín de distinciones personales, y aún hay –habemos, a veces– quienes dudan de LeBron James. Eso, hasta que vuelve a demostrar en cancha por qué hoy es el mejor jugador del mundo.

La mirada binaria que existe sobre King James quedó expuesta como nunca en la serie ante Indiana: loado cuando se echa el equipo al hombro y señalado cuando el juego no convence. En medio de una temporada tumultuosa para Cleveland, con grandes cambios en su plantel y constantes críticas a la gestión del entrenador Tyronn Lue, la poderosa presencia de LeBron lo convierte a ojos ajenos en el responsable final de todo lo que ocurre en cancha y también, por su cercanía con el dueño Dan Gilbert, en la administración del equipo.

Sin embargo, parecen ser esos momentos los que más lo motivan: acallar las críticas y a los críticos, mantener viva la discusión sobre su lugar entre los más grandes de la historia, demostrar que es la herramienta que facilita todo. Como en el séptimo juego de esa primera ronda, en que hizo lo que quiso (y lo necesario) para ganar.

Frecuentemente comparado con Michael Jordan y por algunos años rival de Kobe Bryant en la conversación sobre el mejor de la NBA, la principal diferencia de ambos con James radica en la voluntad de este último de involucrar a sus compañeros cuando lo considera necesario. "Falta de instinto asesino", han dicho algunos analistas; comprensión del básquetbol como un juego de equipo, pensamos otros al verlo pasar el balón.

Porque Bron es tanto el jugador estrella como el último integrante del equipo. Asume la responsabilidad en los buenos y en los malos momentos, lanzando con la chicharra encima  y viviendo con el resultado o explicando lo que sucedió ante los micrófonos. Y de la misma forma, también confía en el aliado que está libre y que puede tener un mejor resultado con su intento. Incluso si ha fallado toda la noche.

Los dos triunfos de Cleveland en Toronto esta semana, en el comienzo de las semifinales en la Conferencia Este, sólo refuerzan la noción de LeBron James como el estándar a superar para los aspirantes a su trono. No sólo por los puntos que aporta cada noche –ha sido el máximo anotador de su equipo en los nueve partidos de play-offs disputados hasta hoy -, sino por las otras cosas que entrega en ataque, en defensa, y fundamentalmente en el estilo de liderazgo que ejerce ante los suyos.

A los 33 años de edad, su palmarés es el reflejo del trabajo que ha realizado en quince años en la liga. Con tres anillos de campeón y presencia en las últimas siete finales, la legitimidad de LeBron James está más que probada en la NBA. Cuando decida retirarse ingresará sin dificultades al Salón de la Fama, pero por ahora, mientras sigue en actividad, es bueno saber que contarás con su aporte en cancha cuando el equipo más lo necesite. Y estos Cavaliers vaya que lo requieren.