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Ex seleccionado argentino contó su difícil trance con la cocaína

Claudio García cuenta sus memorias en "Este soy yo", donde relata su relación con las drogas.

Ex seleccionado argentino contó su difícil trance con la cocaína
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Claudio "Turco" García era un delantero explosivo que se dio a conocer en Huracán a mediados de los 80 y fue ídolo en Racing de Avellaneda en los 90. Fue seleccionado argentino por unos pocos partidos.

Se retiró en 2001, a los 37 años, cuando su velocidad y gambeta ya no eran las mismas. Los vicios fuera de la cancha le acortaron su momento de mayor brillo, donde incluso llegó al Olympique de Lyon: cocaína.

En su libro "Este soy yo", que se lanzó este mes en Argentina, el ex futbolista contó el drama que vivió con las drogas, las que conoció cuando era un adolescente de apenas 15 años.

Este es un adelanto que publicó en Perfil, donde dejamos algunos de los párrafos más destacados sobre su relación con las drogas.

"Probé cocaína por primera vez a los 15 años. Me destapó la nariz en menos de un segundo (...) Empecé a hablar sin parar, parecía un loro. Me gustó. No tomé mucho más de pendejo porque estaba muy enfocado en el fútbol".

"Tomaba (cocaína) de vacaciones, muy de vez en cuando. O podía tomar un toquecito el domingo, cuando terminaba el partido, siempre y cuando el lunes no entrenara".

"Nunca me había imaginado como un ex jugador, no sabía qué carajo hacer. Estaba ansioso, no tenía un objetivo. Empecé a tener más horas libres. Un día un amigo trajo cocaína al loft. Tomé, me gustó. Quise más. Volvió mi amigo. A seguir tomando. Y al día siguiente también".

"Todos los días pensaba en cómo conseguir plata para tomar cocaína. Pensaba si me iba a alcanzar. Cuánto me iba a durar. Una enfermedad total. La cocaína era mi vida. Esos años fueron los peores. Mi señora empezó a verme distinto, yo tomaba a escondidas".

"Una de esas cosas de drogado que todavía me asombra es la época en la que viví con una serpiente pitón. Siempre me gustaron las cosas raras. Me compré una pitón que era como una bola y se hizo de 1,60. A veces dormía con ella. Le daba de comer pollitos bebé. Me drogaba y la miraba mientras se los comía. Me encantaba"

"A veces venían amigos al departamento, llamábamos chicas, hacíamos fiestas. El que dejaba las cosas en la cochera en ese edificio, conmigo perdía. Me robé de todo: gomas, juguetes, un metegol. A la madrugada, cuando todos dormían, me llevaba algo y lo vendía para comprar cocaína".

"Cuando se murió mi padre, compré 30 gramos de cocaína y me los tomé delante de la gente. No me importaba nada. Tomé en el pecho de mi viejo en el velorio. Le dije: 'Pa, voy a tomar cocaína, gordo hijo de puta, por culpa tuya, hasta las 4 cuatro de la mañana'".

"Cuando cerraron el cajón estaba reduro. Me puse más violento, les quería pegar a los tipos que se lo tenían que llevar. Un desastre. Mis hermanos me frenaban, los agarré de los pelos. Fue una película de terror".