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Multitudinarios homenajes tuvieron los campeones del mundo en Roma

En la celebración realizada en el Circo Massimo, cerca de 600.000 fanáticos recibieron a los seleccionados italianos, que el domingo ganaron la Copa del Mundo al vencer a Francia.

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Cerca de 600.000 personas homenajearon a la selección italiana de fútbol en la gran fiesta de celebración por el título mundial 2006, que tuvo lugar en el Circo Massimo de Roma y al que llegaron los "azzurri" en autobús descubierto con la Copa en la mano del capitán Fabio Cannavaro.

 

El Circo Massimo, el impresionante estadio romano donde hace miles de años se disputaba festejos como las célebres carreras de cuadrigas y actual lugar de celebraciones deportivas y musicales de la capital italiana, vio ya desde primeras horas de la tarde la llegada de decenas de aficionados.

 

Fue prácticamente la continuación de los festejos iniciados el domingo en el propio Circo Massimo, donde se reunieron unas 300.000 personas para seguir en directo, en las tres pantallas gigantes que allí se instalaron, el duelo Italia-Francia, y que alcanzaron su mayor explosión de alegría y colorido tras el pitazo final que proclamaba al equipo de Marcelo Lippi campeón mundial por cuarta vez en su historia.

 

El Circo Massimo estuvo lleno de banderas de Italia, de seguidores con la camiseta "azzurra" y no faltaron elementos de sátira como la aparición de un antiguo carro fúnebre en cuyo interior estaba el "féretro de Francia".

 

A la espera de los jugadores, empezó la fiesta con fuegos artificiales, que pusieron un color rojo y verde al cielo romano donde lucía la luna llena.

 

El plantel italiano llegó con varias horas de retraso al saltarse todas las previsiones ante la gran avalancha de gente que paralizó el paso del autobús en el recorrido que les llevó desde el aeropuerto romano al que llegó la expedición hasta la Presidencia del Gobierno, donde fueron recibidos por el primer ministro, Romano Prodi.

 

Una afluencia de personas que se hacía cada vez mayor y paralizó el centro del Roma. Hasta el punto que en el recorrido, ya con los autobuses descubiertos, que va desde la Presidencia del Gobierno hasta el Circo Massimo (habitualmente se hace en siete u ocho minutos), se tardó casi una hora.

 

Pero el éxtasis llegó cuando ya el autobús descubierto con la comitiva "azzurra" entró en Circo Massimo, lo que fue recogido con el coro de "alé, oa, alé, oa" y de "llegan los gladiadores, los campeones del mundo".

 

Los "azzurri", tras bajar del autobús, con la Copa siempre en las manos del capitán Fabio Cannavaro, que la alzaba continuamente al cielo romano, subieron al gran palco allí instalados a los acordes de música que evoca a los gladiadores y la presencia de nuevos fuegos artificiales, y saludaron a los varios centenares de miles de seguidores presentes.

 

Uno a uno los jugadores, el seleccionador Marcello Lippi, al grito del "We are the Champions", fueron objetos de los aplausos, coros y gritos en su favor de los aficionados, siendo los más aclamados Fabio Cannavaro y Francesco Totti; algo lógico este último ya que "juega en casa", pues el Circo Massimo es también el lugar de celebración de AS Roma.

 

A Totti, además, se le pidió a coro que no abandonase la selección italiana, algo que ha asegurado estos días atrás realizará prácticamente con el 90 por ciento de las posibilidades. El capitán romanista respondió saltando con la Copa en mano y limitándose a decir: "Disfruto este momento".

 

La emoción se registró en el rostro de todos los "azzurri", incluidos el flemático Lippi, el hispano-argentino Mauro Germán Camoranesi y los nuevos "calvos" Gattuso, De Rossi y Materazzi (se raparon en el avión que les trajo de regreso a Italia).

 

También hubo momento para que los jugadores desde el palco entonaran "¡quien no salta es un francés!.

 

Pero sobretodo, el acto más emotivo llegó casi al final cuando Cannavaro, con un micrófono y subido a una valla, entonó el "Gianluca Pessotto, Gianluca Pessotto", en recuerdo al ex-jugador juventino que se debate entre la vida y la muerte en un hospital turinés. Fue seguido por los aplausos y el coro de los aficionados presentes.

 

La fiesta, ya sin la presencia de los jugadores, que se retiraron bajo el sonar del disco de la canción "Azzurro" cantada por Adriano Celentano, prosiguió, pues los cientos de miles de aficionados presentes en el Circo Massimo tenían ganas de festejar hasta que el cuerpo aguantara. (EFE)