El piloto español Jorge Lorenzo, recién proclamado campeón del mundo de MotoGP, disfrutó este miércoles del homenaje y la alegría de varios miles de aficionados de su ciudad natal, Palma de Mallorca, donde también recibió el reconocimiento de sus principales autoridades.

Fiel a su carácter natural, el piloto mallorquín derrochó simpatía entre quienes se le acercaron a saludarle y felicitarle por ser desde hace un par de semanas el "número uno".

"El recibimiento de los aficionados y de la gente de la calle fue bestial, no me esperaba esta calidez", aseguró el deportista mallorquín, quien reconoció que se le escapó alguna lágrima, algo "muy difícil" en él.

Dijo que ya consiguió lo que quería, pero recordó que es muy joven -23 años- y que le gustaría conquistar un nuevo título mundial.