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La columna de Aldo Schiappacasse: A nadie le gusta que le digan Nelson Mauri (o Arenito)

Revisa la opinión del comentarista de Al Aire Libre en Cooperativa.

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Si es verdad que a Gaete, la nueva contratación de Colo Colo, le molestó de entrada el trato de los referentes en el camarín y el apodo de "Nelson Mauri" con el que lo recibieron y que por eso no quiso integrarse a la pretemporada, estoy con el ex de Cobresal. El mundo sabe que los sobrenombres molestan y que en un grupo de cabrones -en un círculo de hombres- te moteje de entrada mosquea y cabrea. Más aún si hay versiones de que le decían "Arenito", y eso es inaceptable.

Si lo que pretendía –como dicen- el inexperto Juan Carlos era viajar con la polola y el hijo a Buenos Aires para hacer el trabajo a las órdenes del Comandante, no puedo ponerme de su lado. Por más que extrañe a su pareja –avecindada en Chañaral, dicen- nadie puede pretender entrar con un privilegio superior al resto del colectivo. Y menos cuando aún no has ganado los galones para andar haciendo exigencias fuera de lo normal.

Si Gaete está mareado con la fama repentina –pasó de mil 200 seguidores en Instagram a 30 mil en apenas unas horas- encuentro razonable que la institución lo proteja. Los grandes clubes europeos tienen funcionarios destinados a acompañar la llegada de los nuevos jugadores y especialistas para hacerles la vida más fácil. Y Colo Colo podría allanar una solución de esa naturaleza.

Si Juan Carlos Gaete tiene antecedentes previos de actitudes como las que han provocado este incidente veraniego, es un problema, no menor. Dicen (porque nadie da una versión exacta al respecto) que se fue de una selección chilena, que en todos los clubes donde pasó tuvo reacciones díscolas, que necesitaba de una contención especial. Si Colo Colo igual decidió hacerlo firmar contrato por 4 años, podemos perfectamente estar en la antesala de un caso de esos que suelen darse en el fútbol, donde el comportamiento de un joven condiciona severamente todo su futuro.

No ayuda mucho el representante del jugador ni su entorno familiar, que pretender darle un tinte de normalidad a lo que ha pasado, porque el Cacique es la más grande de todas las vitrinas. Y es jodido para Mario Salas, que deberá encarar, a poco andar, un tema que requiere tacto, firmeza y sicología para salir bien parado.

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