Entre mis primeros recuerdos de niño, el significado de Pelé era un fútbol mágico.

No solo escuchaba sobre él, sino que pude tenerlo muy a mi alcance. Mi papá -Andrés Prieto- fue en los años '60 entrenador de la Universidad Católica y Colo Colo, equipos que jugaban los torneos Hexagonales de Verano.

Con 5 ó 6 años ya iba al estadio, y me aprovechaba del cargo de mi papá para varias veces ponerme dentro de la cancha tras un arco.

Pude ver a Pelé desde muy cerca en acción. Impresionante. Además de su talento, vi a un futbolista que no te daba respiro, quería siempre más.

El día de esta foto, fue un encuentro de mi papá con Pelé en el hotel donde concentraba el Santos.

Cuando llegué junto a mi hermano, nos presentó a Pelé. Saludó afectuosamente, simpático. Tal vez vio como lo miraba, con mucha admiración.

De la nada dijo si queríamos almorzar con él.

Ahí nos sentamos junto al gran número 10. Nos preguntó cuántos años teníamos, si jugábamos.

Dijo que el fútbol era su pasión, su vida desde muy chico. Que disfrutaba estar en Santiago, que se sentía muy a gusto viniendo tantas veces.

Afortunadamente apareció un fotógrafo, que tengo la impresión de se hacia "la América" sacando imágenes al cumpleañero Pelé y sus admiradores.

Fueron 20 ó 30 minutos llenos de detalles. Se le acercaban compañeros de equipo, dirigentes, personas, pero siempre atento a esos niños que invitó a compartir un almuerzo.

Casi 20 años más tarde, en el Estadio Nacional jugaban Chile-Brasil. Me tocó cubrir movimientos y personajes en la tribuna. Pelé comentaba para la TV. A su alrededor un equipo de guardias. Mientras le abrían paso, de pronto quedé en un buena posición, frente a frente. Le hice el gesto típico con el micrófono para una nota. Me miró e igual que cuando niño, aceptó.

El citado posteo de Toño Prieto en recuerdo de Pelé, quien el viernes cumplió 80 años: