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La columna de Leonardo Burgueño: El estilo Gareca que cambió a Perú

El análisis del comentarista de Al Aire Libre sobre la selección de la banda roja.

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Por Leonardo Burgueño, @LeoBurgueno

"Lo que más ambiciono es que a la selección peruana la tengan bien identificada a lo que juega. Que se distinga la propuesta, que lo podamos ejecutar. Para mi sería lo más importante". La frase corresponde a Ricardo Gareca.

El "Flaco", como se lo conocía en su carrera de centrodelantero, o el "Tigre", como se lo reconoció en el final de su trayectoria como jugador y ya de entrenador, tiene claro hacia dónde apunta: dejarle el sello a su equipo.

Porque a un técnico no sólo lo contratan para ganar sino para impregnarle un estilo a sus dirigidos y mejorar el rendimiento de cada uno de ellos.

Esa fue la tarea de Gareca desde que asumió en marzo de 2015 para tratar de sacar adelante una selección que no iba al Mundial desde 1982 y que no ganaba de visita por clasificatorias de 2004.

Una carga pesada que asumía el DT. Porque más allá de conocer el medio (fue campeón con Universitario en 2008), tenía que romper con una realidad que los tenía muy lejos del primer mundo futbolístico.

Adiós 4 Fantásticos

El primer paso fue la Copa América de Chile 2015. Un buen torneo de debut para el entrenador. No sólo por quedar entre los cuatro mejores sino por el buen "sabor de boca" que dejó su participación, donde quedó eliminado por el local en el Estadio Nacional.

Pero como Perú ya había sido semifinalista en Argentina 2011 y después remató séptima en el camino a Brasil 2014, las esperanzas se mantenían bajas en el pueblo futbolero peruano.

Encima, el comienzo de las Clasificatorias hacia Rusia fueron poco alentadoras: cuatro puntos en cancha en los primeros 21 en juego (incluida la derrota ante Bolivia que luego fue victoria).

En esas primeras siete fechas se terminó el proceso de Claudio Pizarro y de Juan Manuel Vargas en la selección. Dos jugadores que integraban los "Cuatro Fantásticos" (junto a Paolo Guerrero y Jefferson Farfán).

El punto de inflexión para Perú fue la fecha doble de septiembre de 2016. Además, de lo numérico (fue 2-1 a Ecuador y 2-2 con Argentina, ambos en Lima), el "Tigre" empezaba a encontrar el equipo, ya que 9 de los 11 que le ganaron ese primer encuentro están hoy en la nómina mundialista.

El 4-2-3-1 siempre fue su sello y la formación casi sale de memoria, con Guerrero como eje del ataque y detrás de ellos vienen Farfán (o André Carrillo), Christian Cueva y Edison Flores.

Los volantes más retrasados son Renato Tapia y Yoshimar Yotún (el iniciador de jugadas). Y la línea de fondo está clara con Luis Advíncula (o Aldo Corzo) Alberto Rodríguez, Christian Ramos y Miguel Trauco, junto al portero Pedro Gallese.

Esos que tratan de sostener la pelota, que mantienen el viejo sello peruano, pero que tienen otras tareas.

"(Este equipo) Ha logrado una identidad que empieza con gran velocidad para recuperar la pelota. La transición defensiva rápida de Perú es una obsesión de Gareca, la trabaja y se nota. También mejoró la defensa en pelota parada en contra, otro histórico punto débil, a costa de repeticiones y una obsesión por mostrar las características de los rivales", escribió esta semana el ex futbolista y actual comentarista de RPP, Diego Rebagliati, en Perú 21.

Una buena definición para volver al origen de la frase del DT de Perú. El quiere que se identifique a lo que juega Perú. Hay que decirle que va en muy buen camino. El estilo Gareca se nota. Y mucho. Desde hace un tiempo largo.

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