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La columna de Aldo Schiappacasse: El último partido de Bertolucci

Revisa la historia del comentarista de Al Aire Libre en Cooperativa en torno al fallecido cineasta.

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Por Aldo Schiappacasse, @AldoRomuloS

Era 1975. Pier Paolo Pasolini rodaba en Parma "Saló o los 120 días de Sodoma", el último y más polémico de sus filmes. Cerca de allí, en el esplendor del cine italiano, Bernardo Bertolucci trabajaba en otra obra maestra, "Novecento".

Ambos tenían una relación de férrea amistad. Eran, como asumían, maestro y discípulo. Comunistas ambos, nacidos en la Emilia Romagna y provocadores sin cuartel de las costumbres de una Italia que se les hacía demasiado burguesa.

Un domingo cualquiera decidieron juntarse para que ambas producciones compartieran. Habría comida, por supuesto, pero el pretexto era un partido de fútbol. Fue, de acuerdo a las crónicas de la época, en una cancha lateral al Estadio Ennio Tardini, que el Parma usaba como campo de entrenamiento.

Los de "Novecento" mandaron a hacer camisetas especiales, llenas de colores. Los de "Saló" utilizaron unas de recambio del Bologna, que compraron en el comercio. Pasolini jugó, fiel a su pasión que lo llevó a asegurar que "habría sido feliz siendo futbolista" y a escribir crónicas sobre la selección y el calcio. Bertolucci, ya con sobrepeso, miraría el partido desde las gradas.

Pasolini perdió 5-2, Bertolucci celebró con una sonrisa pero, malhumorado. El primero se retiró sin quedarse a la comida ni despedirse de su amigo. Pocas semanas después, tras jugar otro partido amistoso por la selección de artistas con cuya camiseta fue enterrado, Pier Paolo muere asesinado en una playa de Ostia, en un crimen que jamás ha sido aclarado.

Bertolucci lo lloró en su funeral. Como se llora a un maestro muerto, del que no pudimos despedirnos.

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