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La columna de José Arnaldo Pérez: Orden y Protestas

El periodista de Al Aire Libre hizo un paralelo de las manifestaciones con el deporte, en el marco de la agitación social en nuestro país.

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Por José Arnaldo Pérez @Chascaperez

El ambiente convulsionado de los últimos días de nuestro país, donde un estallido social que apunta a cambiar los abusos e injusticias de años, y que tiene su parte negativa con aquellos que no entienden sus alcances y dan pie a sus más oscuros deseos y rienda suelta al pillaje y vandalismo. Esa situación también, si establecemos un paralelo, se ha visto en el deporte.

Los que nos dicen qué es el orden, en el fondo hablan de inmovilismo, no alterar lo que existe, por temor a lo nuevo o porque la situación de las cosas los tiene en una posición de privilegio que no desean compartir. Entonces no hay que confundir orden con paz y tranquilidad, que es muy distinto. El orden de cosas ha sido vulnerado, roto y desafiado por muchos en el deporte que clamaron por justicia, un mundo mejor o terminar con prejuicios que minimizaban a otros.

Desde muy temprano en el desarrollo de la actividad física las mujeres eran marginadas. En los Juegos Olímpicos de la antigüedad no sólo se prohibía su participación, además estaba vetada su presencia como espectadoras. Y las cosas no cambiaron en la reanudación de esta competencia en 1896 en Atenas donde su gran impulsor Pierre de Coubertin no quiso participación femenina, porque a su juicio resultaba antiestética, poco interesante e incorrecta.

En París, cuatro años más tarde continuó esa oposición, pero fue desoída en parte, ya que en el tenis y el golf por primera vez se vio en competencia a las mujeres. Desde allí en adelante esto no se detuvo y su participación exigiendo derechos no cesaron. Llegamos al 92' cuando Hassiba Boulmerka rompió con todos los moldes, incluso esta argelina tuvo que derribar estereotipos sociales y político-religiosos, ya que contraviniendo lo que establecen los musulmanes en los Juegos de Barcelona participó con pantaloncillo corto y camiseta de tirantes, dejando ver su silueta y cabello. Ganó el oro en los 1500 y en otros Mundiales de Atletismo sumó dos preseas doradas. Transformándose en una gran luchadora de los derechos de la mujer y los deportistas árabes.

En las protestas muchas veces se debe correr, ya que están aquellos que no entienden lo que es manifestarse por los derechos. Y en Boston en 1967 Katherine Switzer lo hizo, corrió como nunca antes lo había hecho una mujer en el maratón. Intentaron empujarla y sacarla, pero ella luego de cuatro horas veinte demostró que en ese reducto sólo de hombres ella lo logró. Y abrió las puertas a más congéneres.

Un año después, en los Olímpicos de México el 68', la lucha tenía otros temas de reivindicación: era contra el racismo. Y luego de conseguir las medallas de los 200 metros Tommie Smith y John Carlos subieron al podio, recibieron sus galardones y agacharon la cabeza, no en señal de sometimiento, si no de dolor, pero al mismo tiempo levantaron sus puños con un guante negro. El estadio estalló en una ovación, el mundo supo de su lucha, que con un solo gesto silencioso logró más que cualquier reyerta o guerra.

Resulta que esas guerras o batallas, no las deportivas, acarrean incluso muertes. Así lo entendió Cassius Clay, que adoptó el nombre de Muhammad Alí al convertirse al islamismo, y se negó ir a Vietnam alegando objeción de conciencia y agregó que nunca alguien de ese país lo insultó por ser negro. Le quitaron su licencia de boxeador y hasta el título Mundial. Mismo que después con su magnífica capacidad logró recuperar, pero ayudando a la lucha por la paz y arriesgando todo en su protesta.

Claro que están aquellos que para revelarse contra el sistema "injusto" en el deporte optaron por otras vías, hicieron trampa, se doparon o fraguaron montajes (lo sabemos nosotros con nuestro "Maracanazo" del 89') que a la larga más que ayudar tuvieron un efecto rebote y no lograron más que sanciones duras, y que aquellos del poder se mantuvieran en su zona de privilegio.

El deporte está lleno de hitos maravillosos, la misma película "Invictus" basada en Nelson Mandela y el título mundial de rugby de Sudáfrica en 1995 da muestras claras que por medio de la paz, la unión y la firmeza de decisión se puede romper ese orden imperante que tanto daña. No es la "violencia" de métodos, es la tranquilidad de llevar adelante tu protesta con convicción, de revelarte porque es justa, y saber que quien tiene el poder lo rechazará, pero el peso aplastante de todos con gestos concretos a la larga vencerá. Porque esas señales alteran el orden, hacen sólida tu protesta y lo logras en paz. Luego de ello el mundo no vuelve a ser el mismo, es mejor.

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