Con un gol y muchas lágrimas se despidió este miércoles para siempre de la selección de Brasil el delantero Romario, quien jugó 38 minutos en el triunfo por 3-0 de los campeones mundiales sobre Guatemala en partido amistoso jugado en el Estadio Pacaembú de Sao Paulo.

 

Para el conjunto verdeamarillo abrió la cuenta el zaguero Anderson a los 5 minutos y doce minutos después llegó el momento de mayor éxtasis del partido cuando Romario aumentó en el marcador.

 

A los 60 minutos, el ariete Grafite selló el marcador ante un adversario que corrió con entusiasmo por todos los sectores de la cancha, pero sin causar daño.

 

La salida de Romário de la cancha fue escoltada por los ex futbolistas Raí, Viola, Dunga, Paulo Sergio y Branco, que fueron compañeros del ariete en el equipo campeón del Mundial de Estados Unidos, en 1994.

 

"Lamentablemente acabó, pero la vedad estoy muy feliz por todo lo que conquisté con esta camiseta", dijo con los ojos inundados de lágrimas el mejor futbolista del mundo en 1994 tras poner fin a 18 años de éxitos en la selección brasileña.

 

El segundo mayor goleador en la historia de la selección, ahora con 71 tantos, fue sustituido por Grafite a los 38 minutos y mantuvo paralizado el partido mientras dio una vuelta olímpica en medio de aplausos.

 

El delantero, de 39 años, había marcado su último gol en partidos oficiales a la selección de Perú, en las clasificatorias del Mundial de 2002, y su último partido en competiciones de la FIFA fue en ese mismo torneo, en Montevideo, en la victoria de Uruguay por 1-0.

 

Romário tuvo su primera oportunidad de gol a los ocho minutos, tras un pase cruzado que recibió por la derecha y con un disparo de obligó al portero Miguel Klée a reaccionar.

 

A los 17, una jugada de carambola permitió al jugador de Vasco da Gama celebrar el último gol en su última noche vestido con la camiseta del scratch.

 

Un mal despeje del portero dejó a Ricardinho con el balón en sus botas, quien de inmediato sacó un al área, donde el goleador estaba para conectar de cabeza al fondo de la red.

 

En su celebración, Romário levantó su camiseta para hacer un homenaje a su hija Ivy, de poco más de un mes de vida, que nació con Síndrome de Down: "Yo tengo una hija que es una princesita", rezaba la inscripción en una remera blanca que portaba bajo su uniforme.

 

El ex jugador de FC Barcelona no necesitó para brillar de la chispa de Robinho, 18 años más joven que él y quien pasó casi inadvertido.

 

Romário, acostumbrado a atraer todos los reflectores de las cámaras, no decepcionó en su última noche como internacional y se despidió en gloria y majestad y haciendo lo que mejor sabe: goles. (EFE)