La liga de fútbol de Francia, la única de los grandes campeonatos europeos que no se reanudó tras el confinamiento, comienza este viernes la nueva temporada trastocada ya por la COVID-19 y sabiendo que la amenaza será permanente en los próximos meses.

El pitazo inicial se dará en el campo de Burdeos, que recibe a Nantes cuando inicialmente a esa hora se tendría que haber jugado Marsella-Saint Étienne, aplazado al menos tres semanas por el coronavirus.

Cuatro positivos en Marsella condujeron a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) a decidir ese aplazamiento en nombre del nuevo protocolo francés (más precavido que el estándar de la UEFA), que permite tomar ese tipo de medidas en nombre de la equidad entre los equipos.

Para no trastocar el menú futbolístico del fin de semana en televisión, que esta temporada será todavía más el salvavidas financiero de los clubes, el Burdeos-Nantes se adelantó.

La posibilidad de que un escenario de este tipo se repita con mucha frecuencia también acabaría cuestionando la equidad por un atasco de fechas, teniendo en cuenta lo cargado que está el calendario futbolístico esta temporada, dado que la Eurocopa se programó del 11 de junio al 11 de julio de 2021.

La ministra de Deportes, Roxana Maracineanu, quiso dar este viernes un mensaje de tranquilidad al señalar que confía en que esta nueva temporada comience “en condiciones normales”, aun admitiendo que puedan plantearse problemas de calendario.

En una entrevista a la emisora Europe 1, Maracineanu dio a entender que las reglas que se rigen para suspender a partir de cuatro positivos se podrían flexibilizar.

El Gobierno francés autoriza que los espectáculos deportivos se celebren con hasta un máximo de 5.000 espectadores si se cumplen una serie de condiciones, como la obligación de llevar mascarilla o la organización de la circulación. Además, se da la posibilidad de obtener una derogación para aumentar ese número de 5.000.

Por ahora, todas las demandas para conseguir esa derogación en acontecimientos deportivos han tenido como respuesta un rechazo, salvo en Perpiñán, de segunda división, que podrá acoger en su estadio a 8.000 personas esta tarde en un partido de preparación con el Colomiers.

Niza, en el otro extremo, decidió que disputará su primer partido frente a Lens a puerta cerrada por la situación sanitaria que se vive en la región.