El club ucraniano Dinamo Kiev sorprendió el pasado jueves 23 de julio al anunciar el fichaje de Mircea Lucescu, de 74 años, como nuevo entrenador para las próximas dos campañas del equipo fundado en 1923 por iniciativa de la policía secreta soviética.

La decisión resultó y llena de dudas, dado que el rumano había dirigido durante 12 temporadas al archirrival de Dinamo, Shakhtar Donetsk, club afincado en el eje del Río Donbass, una de las zonas separatistas prorrusas que sigue en guerra con el poder central ucraniano.

Nada más anunciarse la noticia empezaron a circular en las redes sociales mensajes de pésimo gusto contra Lucescu. En uno de ellos se veía una soga sobre la cabeza del técnico con la inscripción: “La cabeza más arriba, míster“.

“El nombramiento de Mircea Lucescu supone la pérdida de las últimas migajas de autoestima y de dignidad. Cuando suceden cosas de este tipo en el club, ¡no puedes quedarte a un lado! ¡Resistiremos!”, proclamaron los radicales de Dinamo Kiev.

Así las cosas, el ex seleccionador de Turquía optó por marcharse antes de empezar a trabajar “por la agresividad de los aficionados” solo cuatro días después de posar junto al presidente Ihor Surkis.