Agnelli contribuyó, además, al desarrollo de otras disciplinas, siendo su última “proeza” haber ayudado a que Turín fuese elegida la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2006.

Este empresario, que padecía un cáncer de próstata que le hizo viajar en dos ocasiones el año pasado a Estados Unidos para ser sometido a tratamiento, era el principal estandarte del grupo automovilístico “Fábrica Italiana de Automóviles de Turín” (FIAT), la auténtica “joya” de la familia Agnelli.

FIAT, fundado por su abuelo en 1899, al que Giovanni entró como vicepresidente en 1943 (ocupó la presidencia entre 1966 y 1996), en los años 40 se hizo con la propiedad del que entonces era el segundo club futbolístico de la capital piamontesa: Juventus.

En esa época, el club turinés más famoso, quizás también el más importante de Italia, era el ahora modesto Torino.

Agnelli, el 22 de julio de 1947, se convirtió en presidente efectivo de Juventus e inició una nueva era de modernización que le dio una grandeza sin igual. Tanto que el equipo empezó pronto a transformarse en uno de los más famosos del fútbol mundial. Dejó la presidencia el 18 de septiembre de 1954, convirtiéndose, junto a su hermano Umberto, en presidente honorario.

Hay que consignar que ya antes de la llegada de la familia Agnelli, Juventus (fundado en 1897) había conquistado siete ligas italianas y una Copa de Italia.

Pero eso es nada en comparación con las 19 ligas, 8 Copas de Italia, 3 Supercopas de Italia, 2 Copas de Campeones de Europa, 1 Recopa Europea, 3 Copas de la UEFA (primer club europeo en ganar las tres competiciones y, con ello logró “Placa UEFA”), 2 Supercopas Europeas, 2 Copas Intercontinentales y 1 Mundialito de Clubes; todas conquistas de la era Agnelli.

Títulos, grandeza, que consiguió a base del talonario de cheques de la familia para fichar jugadores como los daneses Karl Aage Hansen y Michael Laudrup, el polaco Zbigniew Boniek, los italianos Paolo Rossi, Dino Zoff, Roberto Baggio, Filippo Inzaghi, Alessando Del Piero y los franceses Zinedine Zidane y Michel Platini.

El Avvocato también contribuyó de forma decisiva en hacer grande a Ferrari. Le gustaba el automovilismo, y mucho. Pero, eso sí, “sólo un peldaño por debajo de Juventus”.

Gianni conoció a Enzo Ferrari en los años 50, pero fue en 1969 cuando, entre la FIAT y la “Casa de Maranello”, se produjo el “acuerdo de colaboración técnica”.

El dúo formado por Agnelli y Ferrari llevó a que la escudería se hiciera pronto con el mundial de pilotos de Fórmula Uno con John Surtees (1964), Niki Lauda (1975 y 77) y Jody Scheckter (1979).

Luego, casi coincidiendo con los problemas físicos de Enzo Ferrari (fallecido el 14 de agosto de 1988) y el alejamiento directo de Agnelli, el equipo, pese a que ya la FIAT en 1988 se hizo con su propiedad mayoritaria, entró en un periodo negativo con una total sequía de triunfos.

Esta crisis sólo se rompió en el 2000 con la reconstrucción realizada por Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari, y la llegada del piloto alemán Michael Schumacher.

La característica de mecenas deportivo del Avvocato se extendió a otros campos del deporte. Así, en vela naútica patrocinó el primer gran salto italiano a la Copa América, con la embarcación “Azzurra” en 1983.

También era un apasionado de la nieve y de su familia es la conocida estación invernal de Sestriere, creada por su abuelo en los años 30 y cita de pruebas de la Copa del Mundo, de campeonatos mundiales y europeos y base de los Juegos Olímpicos del Invierno Turín 2006.

Dichos Juegos fueron el último gran regalo deportivo a su ciudad natal. Su carisma, sus excelentes contactos, su aporte como miembro de honor en el Comité Olímpico Internacional (CIO), en la era de la presidencia del español Juan Antonio Samaranch, fue vital para que Turín fuera designada sede. (EFE)