Un exfutbolista chileno cayó en una procedimiento de la PDI llamado “Operación Betis”, donde fueron detenidas 18 personas por narcotráfico y lavado de activos. Entre los detenidos hay un nombre que generó sorpresa en el fútbol nacional: Christopher Veas Arriagada, exjugador profesional que vistió la camiseta de Deportes Melipilla.
El caso no solo impacta por las cifras millonarias involucradas, sino también por la metodología utilizada por esta organización criminal, que utilizó el fútbol amateur como pantalla para sus operaciones ilícitas. La red logró blanquear más de 9 mil millones de pesos a través de empresas de fachada y casas de cambio.
⚽ Operación Betis: el fútbol como pantalla criminal
La denominación del operativo no es casualidad. Según explicó el prefecto José Contreras de la PDI, la organización estaba ligada a un equipo de fútbol amateur llamado Betis, nombre que adoptaron en honor al club español por la experiencia europea de uno de sus miembros.
El operativo permitió la incautación de bienes avaluados en más de 2.500 millones de pesos, incluyendo vehículos de alta gama, propiedades y 190 millones de pesos en efectivo. Además, se congelaron 82 cuentas bancarias vinculadas a la organización.
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🎯 El perfil del exfutbolista que dirigía la red criminal
Christopher Veas Arriagada no es un nombre tan desconocido en el fútbol chileno. El mediocampista de 35 años se formó en las divisiones menores de Colo Colo y Universidad de Chile. Su paso por Deportes Melipilla entre 2015 y 2016 fue su experiencia más destacada en el fútbol profesional.
Veas tuvo un fugaz paso por el fútbol internacional en 2017, en el Persija Jakarta de la Liga 1 de Indonesia, pero sólo entrenó y sumó minutos en duelos amistosos. También fue parte de la Selección de Fútbol Calle en el Mundial disputado en Francia en 2011.
Según las investigaciones, Veas habría sido el líder de la banda, utilizando su experiencia deportiva para crear una red que operaba en las regiones Metropolitana, de Tarapacá y La Araucanía. La organización empleaba empresas de fachada, testaferros y una casa de cambio en el centro de Santiago para blanquear las millonarias sumas obtenidas del tráfico de drogas.