Neil van Schalkwyk jugaba como solitario defensor del Santos Cape Town  contra el poderoso Battswood. Tenía apenas 15 años y soñaba con convertirse en seleccionado de Sudáfrica, más aún cuando en ese partido clave se adelantó en un córner y con certero cabezazo derrotó al portero rival. Eufórico por el festejo en los vestuarios, vio colgada una tradicional trompeta de madera autóctona y la hizo sonar.

Frustrado su sueño de ser jugador profesional, ingresó tras cursar la universidad a trabajar en una fábrica de plásticos, donde recordó su pequeño e histórico festejo y convenció a uno de sus jefes de fabricar una trompeta que sirviera para hacerla sonar en estadios y fiestas.

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