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Una semanita en casa

Mientras Fernando González se le ve muy relajado dando autógrafos y sacándose fotos con los hinchas, Nicolás Massú comparte con su hermano Stéfano en el Rochusclub.

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Por Rodrigo Hernández desde Dusseldorf

 

A sus anchas. Así se sienten Fernando González y Nicolás Massú en Dusseldorf dentro y fuera de la pista. Los números hablan por sí mismos. Dos títulos y dos semifinales desde 2003 a la fecha. Además, el prometedor arranque de este lunes ante Estados Unidos.

 

Competir por equipos siempre tendrá un sabor especial para los jugadores, sobre todo si los resultados son favorables. La Copa Davis, el torneo más importante bajo este formato es el mejor ejemplo y un objetivo prioritario para muchos tenistas, al menos en algún momento de sus carreras.

 

La Copa de las Naciones de Dusseldorf no tiene la trascendencia de la Davis, está varios peldaños atrás, pero genera un ambiente parecido. Es un quiebre en la rutina semanal del circuito, donde priman los intereses personales. Acá, en cambio, todos reman en favor del equipo y la convivencia grupal se torna en una catarsis del estrés de la temporada, tanto mejor si los resultados acompañan, porque el premio en dinero es muy generoso: casi medio millón de dólares en el equipo campeón.

 

González y Massú parecen destinados a tener buenas actuaciones en el Rochusclub y los organizadores no pueden estar más felices. "Chile es un equipo muy especial para nosotros, por eso no dudamos en ofrecerle una invitación. Fernando y Nicolás tienen muchos fans en Alemania y el ambiente que se genera en sus partidos es lo que buscamos como anfitriones", dice Dietloff Von Armin, director del torneo.

 

Como todos los años, Massú se hizo acompañar de su familia. Su padre y hermano menor disfrutan de las atenciones de los organizadores y de las dependencias del club. Frecuente es ver a Stéfano raqueta en mano buscando un sparring para pelotear o acompañando a Nicolás en algunas actividades de promoción del evento. Es un mundo que le fascina. Puede recitar los primeros lugares del ranking y analizar técnicamente a los jugadores, también está al tanto de los puntos que debe defender su hermano y opina sobre los favoritos a quedarse con Roland Garros. Todo un caso.

 

A Fernando González se le ve muy relajado. Viene de dos excelentes semanas en Roma y Hamburgo, y se siente jugando su mejor tenis de la temporada sobre cancha de arcilla.

 

González siempre ha sido un tipo afable, pero acá se da todo el tiempo del mundo para atender los requerimientos de los organizadores y los hinchas. Jamás negó un autógrafo o sacarse una foto y además ejerce un llamativo liderazgo en el grupo y está muy preocupado de que Julio Peralta y Jorge Aguilar, los otros dos miembros del equipo, ganen dinero para solventar sus viajes. "Necesitamos tener a más jugadores arriba, es bueno para todos", comenta.

 

Respecto a su participación en el certamen mientras Federer y Nadal entrenan en París, González es taxativo: "Cuando acepté la invitación, llevaba tres semanas en Europa y había ganado apenas dos partidos, pero no me arrepiento de haber venido. Este es un torneo donde nos tratan muy bien y además especial, porque lo ganamos dos veces", admite el número uno de Chile, que se preparaba para ser dirigido Gabriel Markus ante James Blake, cuando sorpresivamente hizo su aparición Larry Stefanki. Una conexión aérea más favorable le hizo llegar a Dusseldorf varias horas antes de lo previsto.

 

Los campeones olímpicos no se animan todavía a decir que van por el título, pero Massú adelantó que dará el 110 por ciento en cada partido.

 

A Fernando, de seguro, la victoria ante Blake por 6-4 y 7-5 también le abrió el apetito y si sigue ganando en partidos de corta duración (demoró una hora y 15 minutos en deshacerse del neoyorkino) su participación en Dusseldorf, lejos de convertirse en una sobrecarga, puede transformarse en una plataforma que consolide su buen momento. Está claro que la mirada está puesta en Roland Garros, donde la defensa de puntos es mínima y puede dar el asalto definitivo al número tres del mundo.

 

Mientras tanto, la amenaza en el Grupo Rojo es Suecia, un equipo competente, pero desequilibrado. Su número uno, Robin Soderling atraviesa por un gran momento y su segunda raqueta, Jonas Bjorkman, es un gran doblista que intenta rememorar buenos tiempos en una cancha desingles. Al igual que ante Estados Unidos, Chile es favorito y candidato a definir la serie con Argentina.